jueves, 24 de marzo de 2011

Puedes pedirme la luna, que locura, fijo que te traigo un queso

Ya no dejo pelusillas escapar de mi escoba al barrer, el despertador me suena una sola vez cada mañana, mi habitación ha dejado de ser un caos, llego puntual a mis citas (vale, siempre hay excepciones…), soy capaz de decidirme por algo en menos tiempo sin tener que jugármelo a “pito-pito”, cada día hago las croquetas un poco más perfectas (yo considero que ya estoy en nivel Arguiñano, pero mi madre no comparte la opinión)…Vamos, que creo que estoy madurando.
Pero hay algo en lo que me esfuerzo al máximo y no consigo mejorarlo. Observo a los demás, busco el mejor material para hacerlo, lo hago con paciencia. Nada. ¡No se cortar queso!
Ayer vi un queso en la nevera. ¡Qué queso! De cabra y vaca. Semicurado. ¡Qué pinta!

-  “¡Mamááááááá´!¿Puedo empezar el queso de Carlos?”
-  “Si, claro”

¡ERROR! ¡ERROR! ¡ERROR! Resultado =  Destrozo. Como de costumbre no obtuve una rodaja de queso. No. Migajas, solo eso.
Y la verdad es que ya me agobio. No sé si algún día conseguiré aprender, o si ser madre es requisito fundamental para conseguir una rodaja perfecta. ¿Y si no aprendo? Me preocupa, de verdad, profundamente.
Mi amiga Be, que es muy espabilá, ha encontrado la solución perfecta a mi problema;
SE BUSCA JOVEN APUESTO. QUE SEPA CORTAR QUESO, CLARO.





1 comentario:

  1. Jajaja! Yo también quiero un joven apuesto que me corte el queso y el jamón ya que nos ponemos que soy pequeñita y ese cuchillo tan grande me da respeto!

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