martes, 15 de febrero de 2011

Da todo lo que puede dar, su casa está de par en par...


¿quién más marca tu vida?
Cuando empezaba a hacer buen tiempo me encantaba ir a ver a la yaya María y sentarme con ella en su terraza a observar el árbol del corral de abajo. En invierno era mucho más calentito el banco de la chimenea de la yaya Ana, y en los días de tormenta no había mejor techo que el de la cochera de la yaya Manuela (siempre salvándonos del malvado viento de tormenta). Durante años disfruté de los fines de semana de diciembre colgada de un olivo cualquiera en el columpio que me hacia el yayo Ángel, era incomodísimo pero me encantaba. Mi tía Lola…quien me daba cuerda cada vez que quería saltar a la comba y quien sacó punta a todos mis lápices durante el colegio…Y el yayo Félix, que ayer al recordarlo casi pude verle…sentado en la plaza, con su jersey de lana gorda y las manos apoyadas sobre la gallata haciendo de almohada a su cabeza. 
Con ellos no comparto el apellido, ni la sangre…pero el haber crecido a su lado, para mi, les convierte en mi familia.

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